La guerra de Independencia de Cuba fue uno de los acontecimientos que impulsó la expansión acelerada de la prensa amarilla en Estados Unidos, ya que fue un hecho que, al mantener el interés de toda una nación, significaría el aumento del tiraje y de la comercialización de periódicos. William Randolph Hearst y Joseph Pulitzer, dueños de The New York Journal y The New York World, respectivamente, vieron entonces la oportunidad para conseguir más lectores, a través de una batalla en la que medios poco convencionales, en contra de la ética periodística, fueron utilizados, como fue inventar noticias, exagerar otras o presentar determinados hechos y declaraciones fuera de contexto, tergiversando la realidad y encaminándola a la satisfacción de sus intereses económicos y de la imagen de su país. Enrique Pérez-Cisneros se refiere a esta situación diciendo que “Para Hearst así como para Pulitzer lo importante era destacar cuanta noticia fuera favorable a la causa de los separatistas o adversa al gobierno de Madrid, ignorando o subestimando cualquier medida política o acción bélica que pudiera beneficiar a España. De ser menester las noticias se fabricaban o se exageraban. Además ni el Journal ni el World tenían reparo en atribuir declaraciones a quienes no las habían formulado o en citarlas fuera de contexto” (Pérez-Cisneros, Pág19). Su labor periodística estaba destinada a obtener ganancias, valiéndose de los requerimientos de información que tenían los norteamericanos, manipulándolos a partir de una versión sesgada de los hechos.
De esta manera, por ejemplo, ante el caso de una joven cubana cuyo padre fue apresado y asesinado por apoyar la revolución y, por consiguiente, la independencia, Hearst construyó la imagen de una heroína, creando una historia que atrajo la atención del público y que lo mantuvo en suspenso durante cada una de las entregas del periódico. Evangelina Cisneros era una mujer que fue acusada de apoyar la insurrección, por haber solicitado a un militar español que liberara a su padre. Por esta razón es apresada y su historia permanece oculta hasta que Hearst se entera y la transforma en la de una mártir, la “Juana de Arco” que “no era tan sólo de admirar por su hermosura, sino que demostró en todo momento, una singular sangre fría, un gran valor y sincero afán en contribuir a la libertad de Cuba” (Ibíd. Pág23).
El Journal envía entonces a uno de sus reporteros a que la ayudara a escapar y la trajera a Nueva York, donde su dueño y todos sus lectores, así como el mismo presidente de la república, la esperaban con vítores y manifestaciones de admiración. Una noticia exagerada que no sólo permitió que el pueblo leyera este periódico, incrementando las ganancias de Hearst, sino que fomentó la rivalidad entre España y Estados Unidos, donde una “líder de la revolución”, que buscaba la liberación de Cuba del yugo europeo, escapó con la ayuda de un norteamericano y que además, era tratada como una heroína en ese país. Pérez-Cisneros comenta entonces que “Mas, al azuzar la animosidad existente entre Estados Unidos y España, acentuó el progresivo deterioro de las relaciones entre los dos países y contribuyó, sin duda, a agravar el clima de guerra que ya venía imperando y que era justamente lo que Hearst buscaba”(Ibíd.Pág25). Lo mismo ocurre con el ataque al barco estadounidense Maine, en costas de Cuba, donde la prensa insistía en que los responsables habían sido los españoles y que por tanto debía declarársele la guerra. Así es como Estados Unidos interviene en la independencia cubana y la transforma en la guerra Hispanoamericana.
A partir del caso de Evangelina Cisneros se puede observar como con fines de lucro, la prensa es capaz de tergiversar los hechos, manipulando a la población para que crea sus versiones y para que actúe de acuerdo al criterio de la realidad que tiene el medio. Cuando Hearst azuzó los odios entre Estados Unidos y España, considerando a este último como el enemigo, enardeció a la población e incitó a la guerra, apoyando a la independencia cubana y tratando a los líderes de la revolución como héroes. Esta percepción, fue creada para atraer la atención del lector, pero se impone fomentando el rechazo colectivo a la hegemonía española. Exagerando los hechos y creando declaraciones que jamás fueron dichas, la prensa amarilla va a jugar con las expectativas del público, aprovechándose de ellas para aumentar la cantidad de periódicos vendidos a través de la apelación a su sensibilidad, a sus emociones y en este caso, además, a la identidad nacional, utilizándola como fundamento para crear y apoyar la guerra Hispanoamericana, como una forma de salvar la civilización del régimen español.
Pérez-Cisneros, E (1997). En torno al “98” cubano. Editorial Verbum. España. Versión digitalizada en: http://books.google.com.co/books?id=0sOxvXqJR9MC&pg
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